En junio de 2010, la política de Brasil fue volteada por la despedida
del Secretario de Justicia brasileño Romeu Tuma Junior, por tener
presuntos vínculos con la mafia china. Tres años antes, en julio de
2007, el líder de la policía nacional colombiana, General Oscar Naranjo
hizo la proclamación llamativa, que “la llegada de las mafias china y
rusa a México y todos los países de América es más que una hipótesis.”
Aunque, hasta la fecha, la expansión de los lazos criminales entre la
República Popular de China y América Latina ha sido lenta en comparación
con el crecimiento exponencial del comercio y la inversión entre las
dos regiones, se está convirtiendo en una consecuencia cada vez más
problemática de la expansión de las relaciones China-Latinoamérica,
produciendo implicaciones importantes para ambas regiones.
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